SAN BARTOLOMÉ DE TIRAJANA

El Ayuntamiento y Fataga rinden homenaje a cinco mujeres magníficas

Este sábado, durante la celebración de la I Feria Mujer Rural que organiza la Concejalía de Cultura

La primera edición de la Feria Mujer Rural que se celebra este sábado en Fataga, de 10:00 a 15:00 horas, acogerá un homenaje a cinco mujeres ya jubiladas cuya emprendeduría social y económica ha contribuido en gran medida a la conformación de la sociedad fataguera actual.

Organizado por la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana que dirige la segunda teniente de alcalde Elena Álamo Vega, y que coordina la edil delebada Esther Delgado,  dicho homenaje recaerá en las figuras vitales de Caridad Moreno Artiles (93 años), María del Pilar Moreno Falcón (92 años), María Teresa Reyes López (90 años), María del Rosario López Reyes (77 años) y Clara María Cabeza González (71 años). En el acto colabora la Asociación de Vecinos de Fataga.

Caridad Moreno Artiles es la abuela de Fataga. Nació en el pueblo el 8 de abril de 1931. Con 19 años emigró a la zafra del tomate siguiendo a la novia de su hermano Serafín. Trabajó un año en el almacén de empaquetado de Juliano Bonny en la Era del Verdugo, y otros tres años en los almacenes de Don Bruno, donde compartió cuarto con su amiga Frasquita, también fataguera y ya fallecida.

En 1964 se casó con Carlos Vera Vera, natural de Arteara, y tuvo dos hijos: Margarita y Juan Carlos. Su marido falleció a los cuatro años de casados. Habían vivido en la calle La Corte n.º 23. Cuando su madre (Anita Moreno Artiles) enfermó, Caridad se traslado al n.º 32 de la misma calle para cuidarla. Y allí sigue viviendo. Su casa siempre fue y sigue siendo punto de parada para todos los fatagueros que obligatoriamente pasaban por allí de camino hacia los trabajos agrícolas en la zona de Los Llanos de Fataga. Fue allí donde conoció a su marido, que tenía unas tierras arrendadas.

A Caridad le apena que muchas fincas del pueblo se encuentren ahora abandonadas. Considera que se debe a la falta de agua, a que las tierras son mayoritariamente atendidas por personas mayores que ya no pueden con todo. “La gente joven no quiere saber de las tierras porque no dan y dan mucho trabajo, y porque lo encuentran más fácil en otro sitio”, dice.

Reconoce que su vida no ha sido fácil. “He pasado mucho y he sufrido mucho. No tuve una juventud muy agradable”, afirma, y reconoce que le encanta la fruta, sobre todo los albaricoques, y comer papas fritas con huevos fritos.

María del Pilar Moreno Falcón, conocida como Pili y también como Pilita, nació en Fataga el 29 de febrero de 1932. Sus padres fueron Bernardo Moreno Alemán y Pilar Falcón. De chiquita y joven trabajó con su padre en las plataneras familiares en la zona de La Pista, en el barranco de Fataga, y hasta antes de casarse también lo ayudaba en las tareas de albañilería que éste desarrollaba con maestría. “Le ayudaba a transportar los materiales de las obras, sobre todo los pisos que se colocaron en la Iglesia y en muchas viviendas del pueblo”, recuerda. También ayudaba a su tío Manolo en las labores de la molienda en el Molino de Fataga, del que era encargado.

Pili se casó con 28 años con el fataguero Sixto García Franco en 1961, y se fueron a vivir a la calle María del Pilar, nombre de la madre de su marido y partera del pueblo, donde sigue viviendo actualmente.  Ya independizada y con su propia familia, ayudaba a su marido en la labores agrícolas domésticas. Recuerda que cogían tunos, albaricoques, higos y almendras para vender en el mercado, en Las Palmas. También ayudaba a su marido en las labores de la matanza de animales, un trabajo en el que participaba haciendo la venta y el reparto de carne a los vecinos. Cuando su esposo se convirtió en Policía Local, uno de los primeros del municipio, continuó al tanto de la casa y cuidando de las tierras familiares.

Pilita tuvo cuatro hijos: Humberto, Alejandro, Octavio y Raquel. Enviudó en el año 1992. Le encantan los potajes y los tunos. Sigue ayudando a la hora de hacer la comida, y dedica sus ratos de ocio a hacer crucigramas y sopas de letras, una tarea que le reporta tranquilidad y que suele realizar a la puerta entreabierta de su casa cuando no hace frio.

María Teresa Reyes López (Tere) también nació en Fataga. Lo hizo un 16 de febrero de 1934. Sus padres fueron Carmen Vera López y Jacinto Reyes Alemán. Su primera profesión, con 15 años, también fue el empaquetado de tomates en Vecindario.  Su matrimonio con Manuel Pérez Melián, nacido en Taidía y criado en Carrizal, le brindó cuatro hijos; Manolo, Jacinta, Miguel (que falleció con 18 años) y Sonia.

Tere y Manuel montaron en Fataga una tiendita de aceite y vinagre, y más tarde el restaurante El Labrador y una tienda de artesanía. La tienda la montó porque hacía calados y en un viaje al Puerto de Las Palmas vio que se podía hacer negocio con ellos. Los compraba allí y los venía en Fataga.

María Teresa enviudó en el 2004. Desde hace 6 años reside en Arinaga con sus dos hijas. Lo hizo obligada, porque se declara enamorada de Fataga. Una de sus frases principales es “no olvides tus raices”. Recuerda que su plato principal, el potaje de berros, era la estrella de las comidas que hacía en El Labrador.

María del Rosario López Reyes nació en el Ingenio de Santa Lucía el 16 de septiembre de 1947. En la tienda de sus padres conoció a su marido, el fataguero Antonio Vera López. El matrimonio tiene tres hijos: José Francisco, Marco Antonio y Fátima del Carmen.

Tras la boda, María del Rosario y Antonio emprendieron vida en Fataga. Montaron juntos el Bar Los Giles, que el pasado martes cumplió 42 años de apertura y funcionamiento, y tres meses más tarde pusieron en marcha la actual gasolinera del pueblo. Para comprar el solar a Antoñito García y emprender ambos negocios el matrimonio se empeñó con préstamos pedidos a La Caja de Ahorros. En el bar de Los Giles trabajó toda la vida, hasta que decidió jubilarse al mismo tiempo que su marido.

Clara María Cabeza González, hija de los fatagueros Santiago Cabeza García y Felisa González García) nació en Piletas (Aguimes) en septiembre de 1953. En el pueblo es conocida como Clarita. Trabajó como empaquetadora de tomates durante 10 años en el almacén de Juliano Bonny, en el Cruce de Arinaga, hasta que se casó con el también fataguero Ángel Mejías García en 1974, con el que tuvo tres hijos: Álvaro, Moisés y Aníbal.

Clarita es miembro de la Asociación de Vecinos de Fataga “desde que se fundó hace 50 años”, dice. No hay acto social, cultural, religioso o festivo que se celebre en el pueblo en el que ella no participe. Colabora en cualquier evento que se organice en Fataga. Actualmente se encarga de la limpieza de la Iglesia.

Fue artesana. Aprendió a hacer calados canarios en Aguimes, y como tal fue miembro de la Fedac hasta hace unos cuatro años aproximadamente. En la actualidad es ama de casa y se dedica en cuerpo y alma a mantener los terrenos de naranjos, olivos, limoneros, parras y unos pocos albaricoqueros que aún le quedan. Dice con pena que no ha plantado verduras porque no hay agua.

Todos los días camina tres o cuatro kilómetros con unas amigas, y dedica parte de su tiempo libre a tocar el timple, en el aula de folklore de la Escuela Municipal de Música, a cuyas clases asiste en Fataga y Tunte.

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