Un estudio del CELP constata la preferencia de la población mayor a ser cuidada en su propio hogar

– El Colegio de Enfermería de Las Palmas realiza una encuesta entre la población senior de Canarias —de 60 a 75 años— para identificar cómo, dónde y por quién quieren ser cuidados cuando se encuentren en situación de dependencia por su edad.

– La aceptación a la institucionalización en residencias es mayor cuando se vive en soledad, se carece de apoyo familiar y disminuye el grado de autonomía personal para las actividades esenciales de la vida diaria. 

¿Cómo, dónde y por quién querríamos ser cuidados en el hipotético caso de perder nuestra autonomía personal como consecuencia de alcanzar una edad avanzada? Esta es la pregunta que el Colegio de Enfermería de Las Palmas (CELP) ha realizado a más de 800 personas en edad senior —entre los 60 y los 75 años— con el objetivo de identificar las preferencias de cuidados de los mayores de Canarias y así poder optimizar la atención que los profesionales de enfermería prestan a este segmento de población en los ámbitos sanitario y sociosanitario. 

El estudio, titulado ‘Cómo queremos que nos cuiden’, fue presentado este martes por su autor, el sociólogo y consultor Juan F. Hernández Yánez, junto a la vicepresidenta del CELP, Julia Jeppesen. De él se desprende la preferencia de la población mayor de Canarias a ser cuidada en su propio hogar, aunque la aceptación a la institucionalización en residencias crece a medida que se es más vulnerable: la soledad, la pérdida de autonomía personal para realizar las actividades esenciales de la vida diaria y la resistencia a suponer una carga para la familia son tres factores determinantes para ver con buenos ojos la alternativa residencial.

Son varios los informes realizados en España y en Canarias sobre percepción, conductas y opiniones relativas a los cuidados de las personas mayores. Todos concluyen que la sostenibilidad y eficacia del sistema de cuidados de larga duración pasa por mantener a las personas en sus hogares durante el mayor tiempo y con el mejor estado de salud posible. El estudio del CELP corrobora esta afirmación, pero aporta dos novedades metodológicas. Por un lado, no pregunta a los mayores dependientes, a sus familias ni a sus cuidadores sino a quienes, por edad, pueden estar a las puertas de alcanzar esa situación. Se obtiene así una respuesta aspiracional, sin el sesgo de las posibles necesidades o carencias por la situación personal de cada encuestado. Por otro lado, valora diferentes escenarios de dependencia para graduar las preferencias cambiantes en función de los niveles de autonomía personal que se pueda disfrutar en cada momento. 

Así, mientras la necesidad de ayuda para las actividades de la vida diaria sea moderada y se disponga de movilidad suficiente para salir a la calle, la opción de seguir viviendo en casa con la ayuda de la familia o de un cuidador a domicilio es la preferida por más del 97% de quienes conviven con su pareja o en compañía de algún familiar y por más del 84% de quienes viven en soledad. Sin embargo, la preferencia se invierte en favor de la institucionalización a medida que se pierden capacidades, movilidad y autonomía personal. En torno al 43% de las personas que viven con su pareja o con algún familiar y el 75% de las que viven solas se muestran partidarias de trasladarse a una residencia en caso de una situación de dependencia tal que no les permita hacerse cargo de su propio aseo personal.

Diferencias en función del nivel de estudios

La encuesta revela también que un nivel de estudios superior supone una mayor aceptación de la alternativa a la residencialización. “Sin desechar que un mayor nivel de estudios suponga una mayor capacidad para analizar y gestionar la vida personal”, el director del estudio vincula esta respuesta a “la estrecha relación que existe entre nivel de estudios y nivel de renta o clase social”. “Está demostrado que quienes tienen mayores estudios tienden a tener rentas más altas y mayor capacidad de ahorro y por ello piensan en una alternativa residencial privada que esperan sea de mayor calidad y prestaciones que la pública”, explica Juan F. Hernández Yánez. En su opinión, “para guiar con sentido y humanidad las políticas sociales y sanitarias es importante tener en cuenta que no todas las personas tienen las mismas necesidades y que las personas más vulnerables son las que se encuentran en los tramos más bajos formación y renta”.

Perfil del cuidador

En cuanto a las características de las personas que se encarguen de sus futuros cuidados, lo que más importa a las personas encuestadas es que respeten su voluntad. En segundo término, que les hablen con sinceridad acerca de su situación y condiciones. El tercer rasgo mejor valorado es que sean alegres en el trato, antes incluso que disponer de formación en cuidados a personas mayores. Se valora pues más la actitud que la aptitud del futuro cuidador. 

La edad y la procedencia de la persona cuidadora no son aspectos relevantes para los encuestados. Sí su género y su interés por cuidar la imagen. Que sean de su mismo sexo es fundamental para el 42% de las mujeres, aunque sólo para el 18% de los varones. Que se preocupen por la imagen personal de la persona cuidada es importante para el 31% de las mujeres y sólo para el 10% de los hombres.

Radiografía a la población senior

Al dar voz a las personas de entre 61 y 75 años, el estudio ‘Cómo queremos que nos cuiden’ realiza una radiografía de la población senior de Canarias, 358.090 hombres y mujeres que suponen el 15,1% de la población total del archipiélago. Se han analizado sus características sociodemográficas, su nivel de estudios, su propensión a la dependencia y la probabilidad de sufrir problemas de salud, patologías crónicas, caídas o soledad no deseada, entre otras cuestiones. 

En relación al estado de salud percibido, el 10% lo califica de muy bueno, el 29% bueno, el 43% aceptable y el 17% regular. Sólo un 2% lo califica de muy malo. Sin embargo, explicó Julia Jeppesen, “el 56% de los seniors de Canarias tiene alguna condición crónica bajo seguimiento médico o de enfermería y un 15% ha sufrido alguna caída accidental con repercusiones para su salud”. Además, en lo referente a su autonomía personal, “un 23% necesita ayuda permanente u ocasional para realizar algunas actividades de la vida diaria, como cocinar, limpiar o ir de compras”. 

En cuanto a las medidas que se están adoptando para prevenir las posibles situaciones de dependencia en un futuro próximo, la acción que más se menciona es la mejora de los hábitos de vida para el autocuidado de la salud, seguida de medidas financieras (ahorros y planes) y modificaciones materiales en el hogar para la eliminación de las barreras arquitectónicas. Alternativas como cohousingcoliving o similares son muy minoritarias. La Manifestación Anticipada de Voluntad —comúnmente llamada Testamento Vital— ha sido concretada por un 19% de los encuestados, mientras que el 35% no cree que lo necesite y un 47% expresa su deseo de solicitarla en un futuro próximo.

El informe al completo se encuentra disponible para su descarga aquí

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