Cuando me quedé embarazada por primera vez, cometí el gran error de idealizar el parto, la lactancia y los primeros meses de maternidad, pero la vida se encargó de darme un buen baño de realidad y bajarme al suelo sin nada que amortiguase el golpe. Imaginé mil veces que mi parto sería natural sin epidural. Cogería a mi bebé en brazos para ponerlo al pecho y lloraría junto a mi marido de felicidad mientras llovía purpurina dentro del paritorio. Sin embargo, me practicaron una cesárea que me impidió tocar a mi hijo hasta pasadas unas horas y me tuvo dolorida durante días en los que no podía parar de llorar. No entro en lo que significó la lactancia y el primer año de vida de mi hijo para no afectar a cualquier mujer que esté gestando.
La maternidad no solo cambió mis prioridades, mis relaciones interpersonales, mis tiempos, mi cuerpo… También afectó a mi manera de ver el mundo. De repente se convirtió en un lugar peligroso: lleno de bacterias y virus, de enemigas corrientes de aire, de radioactivas frutas y verduras no ecológicas. Transformó mi manera de ver y vivir mi ciudad.
Me di cuenta de que Santa Lucía de Tirajana tenía una grave carencia: no existían espacios ni actividades culturales que pudiera disfrutar con mi bebé. No es que lo pensara yo sola, era una opinión compartida por otras familias de mi entorno que demandaban lugares y actividades apropiadas, adaptadas y diseñadas para la primera infancia y para la crianza consciente. Así empecé a conocer algunas propuestas que se implementaban de manera tímida pero decidida por otras mamás que, habiendo identificado las mismas carencias, pasaron a la acción y empezaron a realizar actividades con el respaldo institucional de algún ayuntamiento, colectivo o instituciones privadas. Tuvimos que trasladarnos a otros municipios porque en Santa Lucía de Tirajana no existía esa posibilidad, o al menos nunca la conocí.
Por carambolas de la vida -o como diría mi abuela: porque lo que está pa’una, está pa’una- asumí la responsabilidad de la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Santa Lucía de Tirajana en marzo de 2020. Desde el primer momento tuve claro que una de las acciones que teníamos que desarrollar era la de atender a la primera infancia promoviendo actividades, programas y espacios para su desarrollo y crecimiento en familia. No era solo una preocupación personal, era compartida por mis compañeros/as y muchas familias, vecinos y vecinas.
Así, pusimos en marcha Bebécultura, un proyecto que se inició con una programación estable y continuada de actividades culturales y que se ha ampliado con la oferta de las asignaturas de Música en Familia y Música y Movimiento desde los tres años en la Escuela Municipal de Música.
Ahora hemos puesto en marcha la Bebéteca de Masía Catalana. La piedra angular del proyecto Bebécultura. Una infraestructura que hemos transformado para reconvertir una biblioteca de barrio en un espacio en el que la primera infancia pueda disfrutar de
sus primeras experiencias culturales en compañía de su familia. Un lugar pensado para el desarrollo y crecimiento de niños y niñas de cero a seis años, para que las familias se sientan acogidas y tengan un lugar de referencia, apoyo y generación de redes en la difícil tarea de la crianza.
Santa Lucía de Tirajana se convierte así en el primer municipio de la isla en disponer de un espacio público diseñado al detalle, con cariño y esmero, teniendo en cuenta los principios de las pedagogías activas que inducen al niño/a a experimentar y observar para fomentar su aprendizaje natural. Es un lugar para el contacto con la cultura, con los libros -por supuesto-, pero también con el arte, con la música, con la narración oral, con los sentidos, con el juego. Un espacio para seguir avanzando en el respeto y el cuidado de la infancia y de las familias y en el desarrollo comunitario.
Esta bebéteca la soñé e imaginé desde 2020. La compartí con el equipo de la Concejalía de Cultura y con quien hoy es alcalde del municipio, Francisco García, que la acogieron con agrado. Ha sido un parto largo, con alguna complicación pero con la seguridad de que saldría bien. Aprendiendo de la lección que me dio la vida en el alumbramiento de mi hijo, no la he idealizado porque he entendido que el papel institucional ha sido poner en marcha el proyecto para que ahora pueda seguir desarrollándose junto con todas las familias que vayamos a disfrutarlo.
Es de bien nacida ser agradecida y tengo que reconocer que a la decisión de emprender un proyecto como Bebécultura, que continúa expandiéndose con la Bebéteca de Masía Catalana, llegué por la influencia y el ejemplo de otras mamás que tomaron la determinación de informarse, formarse y desarrollar acciones encaminadas a fomentar otra crianza, otras maneras de aprendizaje, otra forma de atender a la primera infancia. Gracias a Eva Salgado, a Mar Padilla (Ocho Pies), a Fayna Clavijo, a mis josefinas, a Carolina Perdigón y Mar Serra por diseñar el espacio tan precioso. Gracias también a Francisco García, alcalde de Santa Lucía de Tirajana y a Alberto Ojeda, coordinador de Cultura por darme libertad y apoyo en la materialización de este proyecto y a Wendy, Álvaro, Samuel y Josemi por implicarse tanto en hacerlo posible.
Que la Bebéteca de Masía Catalana sea la primera de muchas.
Yaiza Pérez Álvarez
Concejala de Cultura, Identidad, Educación y Comunicación del Ayuntamiento de Santa Lucía de Tirajana.